Un destino colectivo y un collar de perlas
Arsén Ulitkin
Para mí, como hijo de un Niño de la guerra, siempre ha habido una palabra y un concepto que me han impresionado y me han acompañado. Es el de “colectivo”.
Las vicisitudes de aquellos Niños, arrancados de su tierra, de sus padres, de sus amigos, de su entorno, de su infancia, por culpa de la bestia azul levantada en contra de la democracia, de la convivencia y de la paz, son dispares. Cada Niño tuvo una vida y un destino, en principio, diferentes. Pero conforman unas vivencias, unos sentimientos, que son comunes. Por eso podemos hablar del colectivo de los Niños de Rusia.
Una amiga comparaba éste colectivo, y su destino común, con un collar de perlas: lo miras y lo ves todo igual. Pero, si lo miras al detalle, perla a perla, verás que éstas son todas parecidas pero distintas en forma, en tamaño, en color,… Existe un colectivo, pero cada uno de sus miembros ha tenido, además de un trayecto común, unas vivencias propias.
Y sus vidas se desarrollaron entre dos patrias, y nos transmitieron a sus descendientes unas costumbres, unas expresiones y unos sentimientos únicos.
La vuelta a la patria, si se realizó, no fue fácil. Algunos no pudieron resistir, por las circunstancias que se encontraron en la España de los años cincuenta y sesenta, y decidieron volver a la Unión Soviética.
Entre los que siguieron adelante, y entre sus hijos, es común recordar las dificultades, mayores o menores, del día a día tras la vuelta a su tierra. Las siguientes líneas recogen las vivencias, en primera persona, de hijos de aquellos Niños, de las perlas que forman un collar, un conjunto de destinos, un colectivo. Será a través de unas circunstancias y de unas vivencias que en aquella España rancia, gris y fría eran normales.
VIVENCIAS EN PRIMERA PERSONA
1. Bautismo. La llegada.
“Cuando mis padres quisieron inscribirme en el instituto no me aceptaron por no estar bautizada. ¡¡¡Tuvieron que bautizarme a la carrera!!!”.
“Eso es cierto.No podías acceder al ingreso en el bachillerato si no tenías la fe de bautismo. Quisiera que vierais la cara del monaguillo cuando yo, con diez años, me bautizaba.”
“Y a mi me bautizaron con 6 años cuando nació mi hermana. Así que nos bautizaron a las dos el mismo día. Pero mis padres no fueron a bautizarnos, fueron mis tíos.”
“A mí con 13. A mí, también los tíos. ¡Me imagino la rabia e impotencia de nuestros padres! Mi tía era muy religiosa y me dijo toda emocionada: el bautismo quita todos los pecados, ¡¡¡si te murieras ahora irías derechita al cielo!!! Mi tío se me acercó y me dijo bajito al oído: tú, por si acaso, no te mueras. ¡Siempre recuerdo ésto con una sonrisa!”
“Pues a mí, para ir a un colegio de monjas, me pidieron la fe de bautismo en el año 1966.”
“Cuando mi padre entró en la empresa le pidieron el libro de familia y certificado de penales para cobrar los puntos de mujer e hijos, complemento salarial de la época. Para el matrimonio debería estar casado por la iglesia, y para reconocimiento de los hijos, bautizados. Y ahí me veis con 8 años y ni «papa» de español, aprendiendo el credo sin saber lo que decía. En el 57, y era eso o sin puntos”.
“Pues mi padre trabajó siempre en la misma empresa y siempre cobró los puntos (sin estar aquí casados). Yo creo que mucho dependería del lugar.”
“Antes de entrar al Instituto estuve en un colegio particular de barrio. Había un día al mes que el colegio en pleno tenía que ir a confesarse. No tenía ni idea de qué se trataba. Íbamos pasando una a una por el confesionario. Cuando me tocó el turno le dije al cura: no estoy bautizada, estoy aquí a la fuerza; el cura sacó la cabeza del confesionario para verme mejor, anonadado, y me dijo: «Vete y haz como si rezaras un padrenuestro y te vas. No le digas nada a nadie». Así fue la historia.”.
2. Comunión. La continuidad.
“Pues yo, cuando llegué, en tres meses me tuve que preparar castellano, Formación del Espíritu Nacional y Religión para poder entrar en Bachillerato. Resulta que me confundí y puse que Jesús era el padre y José el hijo y llamaron a mi madre para decirle que jamás vieron un examen con tantos errores. Mi madre le explicó que veníamos de Rusia y que, por favor, si me aprobaba yo tendría interés por la religión y el pobre cura se lo creyó y me aprobó y pude entrar en el curso que me correspondía por edad”.
“Mi hermano para casarse tuvo que bautizarse, hacer la comunión. ¡Daba risa! Creo que fue en 1958 o 1959. Luego ya las cosas se pusieron más fáciles.”
3. Confirmación. La decisión.
“Yo nací aquí, en Santander, y mis padres sí lo notaron.
Nosotras estamos bautizadas e hicimos la comunión pero no estamos confirmadas.”
4. Matrimonio. La estabilización.
“Yo no hice la comunión y me casé por la iglesia, que fue cuando hice la comunión. Claro, porque pedían la partida de bautismo para casarse. Yo, cuando me casé por la iglesia pedían la partida de bautismo. Eso fue en 1981.”
“Yo llegué en el 67 y a mí nunca me pidieron que estuviera bautizada. Hasta estoy casada por la iglesia sin ser bautizada, lo llaman matrimonio mixto. A mí,en Barcelona año 80, el cura de mi suegra, que era muy religiosa, me dijo que no hacía falta, que existía el matrimonio mixto; que lo hizo Juan Carlos y la Sofía, él católico y ella ortodoxa y eso nos servía para todas las combinaciones. Mi pobre suegra se quedó tranquila de que nos pudiéramos casar por la iglesia.”
“Pues mis hermanos y yo no estamos bautizados ni hicimos la comunión y fuimos al colegio ,y mis hermanos a los frailes. Y yo me casé solo por lo civil ,sobre el año 69. Así, mi marido, como era español, tuvo que renegar de la Iglesia Católica para poder casarse conmigo, pues yo no estaba dispuesta a casarme por la iglesia. Eso sí, a él lo excomulgaron .”
“A mis padres les obligaban a casarse si querían que sus hijos fueran «legítimos». Mis padres aquí no se casaron, les dieron el libro de familia donde estaban apuntados como matrimonio.”
“Mis padres (1957) se casaron porque mi abuelo decía que estaban en pecado mortal y yo era hijo del pecado. Se hizo la boda a las 7 de la mañana, un sábado, para que la gente no viera que mi madre se casaba embarazada y con dos hijos. Y después de la boda, por fin me bautizaron, convirtiéndome en niño legal. Legal para la iglesia, lo otro no importa, ya podía ir al cielo y al ser “socio” contribuir económicamente, que es lo que importa. Curiosamente, a mi abuelo sólo le interesaba la boda religiosa, se le «olvidó» inscribirla en el juzgado. Nos enteramos cuando fallecieron mis padres, y conseguí el documento de su boda en Moscú. Parece ser que ellos ya tenían conocimiento legal de ese matrimonio no religioso. Y nos dieron el libro de familia, creo que por enchufe de mi abuelo.”
“En el año 56, casi nada más venir de Rusia, mis padres se negaron a casarse aquí, y tienen libro de familia como todo el mundo; mi padre dijo que él ya estaba casado y que no podían obligarle a casarse de nuevo. Igual que pasó con mi nombre, que querían ponerme María por delante y mi padre dijo: mi hija no se llama María tal. Claro, os tengo que aclarar que todo eso llevó muchos problemas, pero mi padre se negó rotundamente a toda esa parafernalia. Bueno, eso y otras muchas más cosas, pero mi padre y mi madre, uno como buen bilbaíno y otra como buena asturiana, se negaron en redondo . Y lo consiguieron. Y cuando nació mi hija hace 50 y tantos años pasó lo mismo: mi padre le puso Mayte y no querían ponérselo, querían ponerle María Teresa y después que nosotros la llamáramos como quisiéramos; y mi padre se volvió a negar, y tardaron más de un mes en registrarla y le pusieron Mayte. Pero todo eso costó lo suyo, y no me refiero a lo económico .”
5. Desencanto. La normalización.
“Yo nací aquí, salí bautizado de la maternidad, estudié en Colegio Nacional (en principio no religioso, sino público… menudas hostias que nos metían algunos de aquellos frustrados, algún”camisa vieja” y alguno de los jóvenes que querían conseguir premio). Estoy bautizado, comunión y confirmación…. dejé de ir a misa con doce años. Lo cual no quiere decir que antes creyera en algo más que en la vida o en mi familia y amigos. Dejé de ir a ver “esculturas” los domingos porque no me gustaba ese teatro… Nadie en mi familia ni en mi entorno, amigos, me dijo nada .”
“Igual nos pasó a nosotras. Fuimos a misa hasta que decidimos dejarlo. También fuimos a un colegio público pero la religión era de obligado cumplimiento. En fin, menos mal que ya pasó”.
“¿Habrá curas buenos?”
“Claro que sí, curas y demás seres humanos. Con los años he aprendido que nadie es tan bueno y nadie es tan malo. Por eso el odio es destructor y junto con la ambición, la envidia y el afán de poder nos lleva a las guerras y a la destrucción.”.
“No, si hay curas majos, «personas» majas. La familia de mi mujer, mi suegro sobretodo, eran religiosísimos… De todos los hermanos, diez, mi esposa fue la única que no casó «bien», por la iglesia. No tuve jamás problema con mi suegro (soldado del ejército nacional, falangista de los de bastante antes de la Guerra,…) ni con su hermano… sacerdote, general de su congregación en Sudamérica…. una de las personas más agradables que recuerdo; siempre nos llevamos bien, hablamos,…”
“De todo esto que contáis, depende el sitio, las personas implicadas y la época. No es lo mismo el 69 que el 56 y no es lo mismo Asturias que Sevilla. De cualquier forma, estábamos en una nación bajo la dictadura del estado y de la iglesia y veníamos de un país diametralmente opuesto en cuanto a creencias y tendencias políticas. Y todo lo que nos pasó fue anecdótico. Salvo cuando hubo intervención política y bastantes de los nuestros acabaron en la carcel.”.
“Eso es lo que nosotros y las siguientes generaciones debemos de tener grabado. Las guerras no las gana nadie y siempre el pueblo y sobre todo los niños son los perdedores. Un abrazo.”
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