Próxima estación………. Kuznetsky most (El puente de los herreros)
A pesar del nombre, aquí no hay ningún puente, al menos al alcance de nuestra vista. Me dirijo a un sitio muy especial para mi familia y para mi. Un puente que me comunica con el pasado. Aquí se encuentra un lugar conocido como «El centro español«. Desde hace muchos años, este lugar ha sido el punto de reunión de aquellos niños que un día debieron salir de una España en Guerra. Llegaron entonces a un país donde crecieron y se educaron. Donde se integraron completamente a la sociedad de su época. Algunos siguen viviendo en la ciudad de Moscú, y se reunen aquí todos los viernes. Este año se cumplen 80 años de su llegada y los entonces niños, ahora son bisabuelos. A este grupo de niños pertenecen mis padres, lo que les diferencia es que ellos regresaron a España en 1956.
Subo por unas escaleras que hacen preguntarme como consiguen subirlas las personas a las que voy a visitar cuya media de edad es de 90 años. Abren la puerta, sonrien, nada más escuchar nuestro saludo. Un simple ¡Hola! ¿El centro español? palabras suficientes para delatar mi origen. Sus vivarachos ojos nos sonríen mientras con un simple ¡Adelante, pasen! Nos hace entrar en otro mundo. Un local que sabe a rancio, a viejas historias, a bar de pueblo en el que estos ancianos juegan al tute o al mus, con nuestra baraja. Anécdotas que son iguales para todos, que he oído cientos de veces con diferentes protagonistas. Con su edad hablan de futuro, de esperanza, de ilusión. Me pasan a un despacho, lleno de fotos de niños de otra época, vestidos de uniforme, jugando, en clase, en definitiva, niños felices. En otra pared, fotos de jóvenes estudiantes. Al lado fotos de adultos, en grupo, con nuevos niños. Fotos en blanco y negro de jóvenes vestidos con diferentes trajes regionales españoles, bailando. Otros parece que están en salas de concierto, cantando, con diferentes instrumentos musicales. Mientras observo las fotos, buscando algún rasgo en las caras que me resulte conocido…..El anciano abre un cajón y con mano temblorosa me entrega un libro, viejo, raído. No tiene título, al abrirlo, veo nombres, riguroso orden alfabético, escrito como antes, a máquina y con anotaciones en una tinta azul descolorida. En riguroso orden alfabético y numerados, cientos de apelllidos conocidos….. Ahora es a mí, mientras sostengo este libro, ¡este tesoro!… a quien le tiemblen las manos… El libro, contiene el viejo registro de los niños. Me invita a buscar mis apellidos….
Busco la M. Con el dedo. Recorro despacio la pagina, aquí no ¡siguiente! no quiero pasarmelo. Varios Medina…. ¡Aquí está!. El nombre de mi padre, salta a mis ojos, como si tuviera una señal luminosa. Leo los escasos datos,….. Los ojos se llenan de lágrimas, mientras releo y vuelvo a leer esas 3 líneas… Pido permiso para fotografiar el libro. El anciano sonríe y asiente con la cabeza. Rapidamente, saco el teléfono, pienso que puede arrepentirse. Él sale del despacho y me dice ¡Date prisa! Es el despacho del jefe y no le gusta que nadie entre aquí, no sea que aparezca. Es entonces cuando rrecorro las páginas hacia atrás buscando la G. Numerosos son los García,… pero aquí está !Mi madre! , justo encima el nombre de mi tía. Ya son muchas las lágrimas que me impiden ver con claridad lo que pone, no me entretengo. Leo los datos nada más que una vez. Busco el nombre del padre de mi primo. Sólo tengo que seguir la G….. una pág, otra,…. Y lo encuentro, confirmo lo que ya sabía, Mi primo lleva el nombre de su hermano fallecido en 1942, durante el cerco de Leningrado, murió de hambre… edad 16 años.
En ese despacho cerrado, me acuerdo de ella. Debería estar aquí conmigo, viendo ésto, ¡Cómo lo habría disfrutado! Pero no es así. No ha podido ser. Esperando que no falle la cobertura, en este mágico momento y con rapidez escrbo un simple mensaje…..» tus apellidos, los necesito». En breves segundos, un pitido anuncia la contestación. Busco los apellidos recibidos y fotografio con rapidez. Sin leer, casi sin prestar atención. Es en ese momento cuando se abre de nuevo la puerta. Entra el anciano, y con delicadeza retira de mis manos el libro con delicadeza. El mismo cuidado y cariño con el que lo devuelve a su cajón para después cerrar con llave. Al salir, mi cara delata la emoción. Mis amigos N y A, que me han acompañado a este lugar me miran con una pícara sonrisa de complicidad. En sus ojos puedo leer que me preguntan: ¿has tenido suficiente tiempo?. Para responder, simplemente sonrío,…. Saben que si.
He llevado un par de botellas de vino para compartirlas con los que allí estuvieran, Ha llegado el momento de abrirlas. y yo recuerdo una antigua copla de Concha Piquer que se titula «En tierra extraña»…..
El vino, de nuestra tierra, bebimos en tierra extraña
¡Qué bien me sabe este vino, cuando se bebe lejos de España!
Por ella, brindamos todos…..
Y con la vieja copla en mi cabeza, pienso, lo acertada que es la letra, mientras bebo mi copa de vino. En este local se habla un español sorprendentemente correcto, por aquellos que llevan tantos años fuera de casa, con algo más de acento es el español que hablan sus hijos. Hijos nacidos en esta tierra, educados en esta tierra, con uno de sus progenitores de nacionalidad rusa. Este fue el factor principal para que estos españoles eligieran quedarse a vivir aquí para siempre.
La mayoría de estos niños eran de origen vasco o asturianos. El local está lleno de posters con fotografías de la España más turística , más típica, más soleada. Fotos de Andalucia, el Levante español, Madrid, Barcelona…. Bellas fotos de una España monumental, de una España alegre, de una España divertida, de una España soñada, de una España no olvidada, de una España querida….. Las fotos clásicas de las oficinas de turismo empapelan el local. El Pilar, la Alhambra, El Escorial, castillos, catedrales, esa España que todos rapidamente identificamos… También, y esto me sorprende aún más, alguna foto de la España religiosa, devota, de la Semana Santa Santa sevillana, la Macarena, la Virgen del Rocio, La Virgen del Pilar,… y una pequeña figura de la Virgen de Begoña (patrona de Bilbao y de Gijón). En un salón hermoso, con una tarima que debe hacer las veces de escenario, la parte más oficial del local, más seria….. Perennes, intocables y respetadas, los símbolos oficiales, La bandera de España junto a la bandera de Rusia, separadas por una fotografía de los actuales Reyes, D. Felipe y Dª Letizia. A su lado un retrato un poco más antiguo del Rey D. Juan Carlos, con una cariñosa dedicatoria. Y algo más alejadas, fotos de Presidentes de Gobierno en este mismo local con sus firmas.
Hoy la sala tiene restos de haber sido ocupada para una celebración, una gran mesa con algún plato de papel y con algún vaso, delatan que antes de nuestra llegada han estado reunidos. Otras personas, algo más jovenes, están recogiendo apresuradamente, los restos de la fiesta. De fondo, música española, el sonido inconfundible a veces triste y melancólico y a veces alegre de nuestra guitarra. El sol de la tarde entra por los enormes ventanales llenando de luz la sala. Solo cuando ellos, entremezclan palabras en ruso durante la conversación, me doy cuenta que no estoy en España. LLegó el momento de la despedida. Salgo de allí preguntándome cómo se puede conservar tan bien el idioma después de tantos años, cómo se puede mantener ese cariño a una tierra en la que hace tanto tiempo no vives. Cómo puedes sentirte de 2 sitios a la vez tan alejados y diferentes pero a la vez cercanos y parecidos. Como dice otra vieja canción, esta vez un bolero de Machín …….Cómo se puede amar a » 2 mujeres» a la vez y no estar loco…..
En la animada calle, en un rincón busco la intimidad necesaria, para fumar un cigarrillo mientras, a través del móvil envio las fotos que acabo de hacer. La respuesta es inmediata. Primero el mismo número al que había enviado el escueto mensaje de los apellidos. Sin los saludos habituales, me espeta ¿Dónde estás? ¿Dónde has encontrado esto?. Sonrío al contestar: Es el libro de registro ¿te gusta?. Con el silencio me responde. Un silencio cargado de emoción. Al igual que yo, está llorando… La llamada se corta, una nueva está entrando en mi telefono. Mi hermana, que no tiene más información, no comprende my bien que es lo que hay en las fotos. Además en una de ellas, aparece un dato, hasta ese momento desconocido para nosotras. Algo que todavía comprende menos….Una nueva llamada que se convierte también más en silencio, en emoción sin palabras,…más en un llanto juntas que una conversación….. Enciendo un nuevo cigarro, me limpio las lágrimas y salgo de mi rincón para unirme a mis amigos que delicadamente se habían apartado para dejarme vivir sola estos minutos tan íntimos, tan privados,… Un pequeño puente con mi pasado…..
La animada calle, animada, bulliciosa, un ir y venir de gente…Me devuelve rapidamente al presente y se lleva la melancolía que a veces es capaz de rasgar el alma…
Queda mucha tarde para divertirme, para pasear, para disfrutar . La Calle está llena de pequeños kioskos, en unos se vende artesanía, en otros algunas exquisiteces para comer, …. Un enorme samovar dorado, casi de mi altura, capta nuestra atención. Mientras me hago una fonto junto a él mis manos se deslizan por su parte de atrás mientras intento buscar con los dedos el relieve del característico sello de calidad de las fábricas de Tula.
Todos los caminos llevan a Roma. En Moscú todos los caminos llevan a la Plaza roja, al menos a mí ese lugar me atrae como un imán. En nuestro deambular por estas estas calles, repetimos parada. La «Libreria Globus», cualquier excusa es buena para hacernos entrar en este sitio. Hoy queremos comprar cuadernos para caligrafía rusa.
En Madrid, el sector librero ha cambiado un poco los últimos años, entre las nuevas tecnologías, los factores económicos y las «grandes superficies». Las pequeñas librerias donde podías pasar horas buscando algo que llamara tu atención o que amablemente te recomendaran han ido desapareciendo poco a poco. Esos lugares que se caracterizaban por su olor a papel y a tinta y que invitaban a deleitarse en el deseo de leer ese libro, que como un objeto precioso tenías entre las manos….Alguna queda escondida en las callejuelas de las ciudades, pero pocas… Las grandes librerias, en las que podias encontrar cualquier cosa de nuestra «Gran Literatura» en edición de lujo o de bolsillo, cualquier novedad, incluso ejemplares en otras lenguas para aquellos que sabían idiomas. Estas también se han reconvertido un poco, los gustos lectores, la tecnología, la globalización, o simplemente el cambio en los hábitos de vida de los compradores que ya «no tenemos tiempo » para deambular sin rumbo fijo por ellas…. Para mí son simples puntos de venta. Venden libros como podían vender patatas o muebles. No las encuentro acogedoras, no me hacen sentir la necesidad de coger un libro, abrirlo y leer unas líneas. No me hacen sentir curiosidad por una portada que me invita a ver lo que hay dentro. Mi atención ya no es captada por esos libros con fantásticas fotografias de maravillosos lugares desconocidos y a veces misteriosos que te invitan a viajar a través de la lectura. La mayoria de las veces, el acto de comprar un libro se ha convertido en ir a buscar algo conocido y deseado, pagar y salir rápido del establecimiento. Eso, en caso de no hacerse directamente desde el sofá de casa a través de Internet. A veces, me pregunto, si los responsables de esos cambios son los libreros o soy yo la que no siente lo mismo ante el placer de la lectura.
Entre otras muchas otras cosas este lugar me va enseñar mientras me sirve de refugio en tarde de lluvia, que todavía puedo sentir el olor del papel, que puedo abrir un libro porque su portada me llama la atención, que existen sillas para sentarse mientras echas un vistazo a uno de esos libros de fotografias que me invitan a viajar, sentir que la curiosidad me hace buscar una escalerilla cercana para alcanzar un ejemplar de una estantería altísima y abrirlo simplemente porque su titulo o su autor ha captado mi atención, sentir calor y tener necesidad de quitarme la chaqueta y colgarla en un perchero cercano porque quiero tener las manos libres para seguir pasando páginas del libro que tengo entre las manos. Varios «Rincones» de esta inmensa librería me llevan a sentir especialmente esto.
Hoy nos entretenemos en los manuales de español para extranjeros , entre la gramática y los diccionarios, nos saltan a la vista los libros de lectura en español, los nombres: Juan Ramón, Lope, Calderón, Cervantes, García Lorca, Machado, Neruda, García Márquez, las grandes letras de nuestra literatura, sin adaptar y en ediciones españolas…. Escogemos alguno de estos libros para regalar a nuestros amigos rusos que hablan español….. Evitamos la poesía, el clasicismo de Calderon y Lope, sin adaptar nos parecen complicados. Entre todos elegimos a Cela y sonriendo un ejemplar de Platero….
Ahora debemos ir a otra planta, lo que buscamos tenemos que enconrtarlo en la sección de los » libros de texto». Hemos entrado por la parte de los últimos cursos, marcados con los números 9, 10 y 11. El equivalente a nuestro bachillerato. N. sonríe mientras nos indica que debemos bajar de curso, que nuestro destino está marcado por el 1 y el 2. Los cursos de los niños de 6 y 7 años. Y como niñas de esa edad, disfrutamos eligiendo cuadernillos de caligrafía, llenos de letras, palabras y frases cortas, algun dibujito (pocos) y llamativas portadas de colores. Salimos de allí contentas, con cuadernillos al estilo de nuestros «cuadernillos rubio» en una bolsa, y con algún bello cuaderno por su portada en el que está escrito «Русский Язык» (Lengua rusa), en perfecta cursiva, para una escritura más avanzada, es decir, de 2 líneas. Y sobre todo con el firme propósito de mejorar nuestra letra en la cursiva rusa llena de palitos, espirales y redondita …
*Karin es colaboradora habitual de NR (один из наших).
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